por Judy Rich
“La fuerza para vivir requiere encontrar un punto de quietud desde el que empezar y al que regresar cada día: al oasis de paz interior.” - Anthony Strano.
Siempre se ha querido que integremos movimiento y quietud, silencio y sonido en nuestra vida. Sin embargo, muchos de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo solo en movimiento y sonido; no es de extrañar que a veces nos sintamos desequilibrados, exhaustos e incapaces de responder bien a las situaciones en las que nos encontramos. La quietud nos devuelve nuestra capacidad de dominar y aprovechar nuestro potencial como seres humanos desde lo más profundo. Entrar en un lugar de calma y tranquilidad nos da acceso a la grandeza del espíritu humano. Cuando miramos hacia una masa de agua agitada, llena de reflujos y turbulencias, no podemos ver las profundidades. Cuando el agua está completamente quieta, podemos ver lo que ha estado allí todo el tiempo. Podemos ver las partes más profundas. En la quietud podemos ver las profundidades del yo, del alma. El esfuerzo espiritual tiene que ver con la transformación de nuestro ser.
Es muy importante, cuando se gestiona esta capacidad de transformación de nuestro ser, llenarnos con calma y quietud para poder ver profundamente lo que está sucediendo con nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes, perspectivas, las poderosas profundidades internas de nuestro yo, de nuestro ser. El anhelo más profundo del espíritu humano, en lo más profundo del corazón, es regresar a nuestro máximo potencial.
Sin embargo, no podemos ir directamente de lo viejo a lo nuevo. No podemos simplemente pegarle alas a una oruga y llamarla mariposa – la oruga necesita la quietud de la crisálida. Este es un paso crítico. Para avanzar en una nueva dirección, necesitamos quietud y calma para seguir avanzando.
“En el espacio introspectivo, reflexiono. Recuerdo lo que se ha olvidado durante mucho tiempo”. - Anthony Strano.
En el quieto espejo que tengo dentro de mí, puedo ver quién soy realmente. Todo lo que tengo que hacer es cerrar la brecha entre lo que realmente soy y dónde estoy ahora. Para que esto suceda, la quietud es la crisálida que activará un sistema operativo completamente diferente. Necesitamos un reinicio, realizar un reseteo. Al igual que cuando un desfibrilador aplica una descarga a un corazón que no está sincronizado, éste se reiniciará y funcionará normalmente. Salimos de los momentos de quietud y calma con una forma diferente de ser, lo que significa que hacemos las cosas de manera diferente, de una manera nueva, pasa a ser la forma “normal” de ser. Volvemos a responder con claridad a la historia de nuestra vida y ya no reaccionamos de la manera antigua con los resultados antiguos. ¿Con qué nos conectamos en la quietud? Con el verdadero ser olvidado hace ya mucho tiempo, en un estado donde el silencio nos sana y cura nuestras heridas. A veces, la quietud física y el silencio físico se confunden con la quietud y el silencio espirituales. Pero son muy diferentes. Lo que pretendemos hacer es mantener una quietud y un silencio internos mientras estamos en acción física. Sin embargo, hay algo más que sucede cuando regresamos a nuestro interior. Somos capaces, en esa quietud, no solo de regresar a las raíces sino también llegar a la Semilla. Un regreso a Dios, una entidad separada de mí, el alma. Ese Ser existe para recordarnos quiénes somos realmente, y nuestra relación más íntima y eterna es con ese Ser. En silencio, en ese reencuentro con el ser, entro en comunión con lo Divino. Entonces, cuando regreso al campo de expresión, estoy operando en mi potencial más alto y más lleno de gracia.
Judi Rich, es diseñadora gráfica e instructora de fitness. Es la coordinadora del Centro Brahma Kumaris en Calgary, Canadá.
THE DAILY GUARDIAN 31 DE AGOSTO 2024 Nueva Delhi