Una coexistencia pacífica y feliz

La armonía, el bienestar y el cumplimiento de los propósitos individuales sólo son posibles cuando nuestra conciencia es inclusiva en vez de excluyente, o sea, es una conciencia universal en el sentido de que podemos reconocer y apreciar la finalidad y la necesidad de todas las cosas de la vida y, además, darles un espacio para expresar su derecho innato de ser.

Cuando las personas, tanto a nivel individual como colectivo, son excluyentes, es decir, cuando el fundamento de su identidad se basa en prerrogativas y privilegios, entonces la armonía, la paz y ciertamente el amor se pierden, tanto en el individuo como en la sociedad.

Mientras que es sano y necesario valorar quién eres, lo más enfermizo y violento es apegarte a tus cualidades particulares, haciendo sentir inferior a los demás porque no poseen esas mismas cualidades. La razón para el conflicto, en cualquier nivel, es casi siempre este sentido del derecho a dominar o suprimir a los demás porque nos sentimos mejores en uno u otro aspecto.

Tengo que reconocerme como soy y así cumplir mi propósito sin dañar o compararme con los demás. Todos nosotros tenemos un lugar en este precioso tapiz de la vida; conozcámoslo, disfrutémoslo, expresémoslo como nuestro derecho, pero no lo exageremos nunca porque sintamos que nuestro papel o nuestra posición es “más avanzado” o “mejor” que los demás. Cuando el sentido de la identidad se basa en eso, crea exclusión.

Todo en la naturaleza funciona con el principio de complementariedad, como nuestros cuerpos, cada cara tiene dos ojos, una nariz, una boca, dos orejas, todo en la posición correcta y funcionando de una forma adecuada. ¿Sería mejor tener tres ojos y ninguna nariz? O ¿tres narices y ningún oído?

Cada rasgo tiene el mismo valor y cuando reconocemos el mismo valor a todas las cosas, entonces dejamos de comparar ilógicamente, de competir, de sentirnos superiores o inferiores y de esforzarnos para ser aquello que no somos. Todos tenemos diferentes dotes y posiciones debido a que en la sociedad hay distintas tareas que deben realizarse para que todo funcione bien.

Si examinamos la vida cuidadosamente, nos damos cuenta de que el reconocimiento de este principio de complementariedad es la base para crear una coexistencia pacífica y feliz, porque la igualdad, como visión y actitud, respeta y honra las diferencias.

Extracto del libro:
Pensamiento oriental para la mente de occidente
Visión del Raja Yoga
Ed. Brahma Kumaris
Anthony Strano

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