El respeto por uno mismo o la profunda aceptación del yo es una forma de humildad que expresa una automática consideración por el otro. Cuando hay respeto por uno mismo y humildad, no hay espacio para el desánimo o la negatividad.
He considerado que el alejamiento espiritual significa poseer un fuerte sentido del yo, que no se deja influir por los factores negativos de los demás; es una manera de amar a los otros como seres eternos y de comprender que ellos también han sido engañados por la conciencia corporal.
Considerar que todo reside dentro de un plan divino, es el aspecto final del desapego espiritual. Pensemos por un momento que el mundo es un enorme escenario, donde cada alma posee una parte exclusiva y precisa para representar. Un actor ejecuta la suya sin preocuparse por los papeles de los demás. Concentrado en su rol, simplemente observa e interactúa con los papeles de los otros, sin intentar representar el de ellos. Usted puede convertirse en un observador del drama de la vida, de esta manera.
Vivimos en una era compleja pero estoy convencido de que es un drama benevolente, aun cuando las escenas contengan dolor o sufrimiento. Con una actitud espiritual, imagine que está sentado en un cine, donde se entretiene con cada escena. A través de la conciencia del alma se ve todo de manera diferente y se comprende que la inmortalidad no deja lugar para la preocupación, el temor o la zozobra. El sentido de un propósito más elevado evita el surgimiento de pensamientos y sentimientos negativos o inútiles.
Otro aspecto para eliminar el desánimo y la negatividad y dejar de ser una víctima es asumir responsabilidades; por nuestras acciones, nuestros sentimientos y nuestras respuestas. Cuando logramos adquirir responsabilidad y dejamos de echar culpas, estamos comprometiendo nuestros esfuerzos para alcanzar nuestra auto-trasformación.
Extracto del libro:
Misión de amor.
Viaje espiritual de un médico.
Ed. Kier
Roger Cole
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