En esencia, hay dos realidades en la vida. La primera, el mundo físico que nos rodea, siempre cambiante, y en el que se incluye la forma física que ocupamos. La segunda, el mundo de nuestro interior, de nuestra conciencia, el yo.
En la realidad del yo, aunque los pensamientos y sentimientos cambian, hay un espacio interior que no cambia nunca, el núcleo silencioso e inmóvil del ser, el «yo» que dice «yo soy». Eso significa que todo en la vida gira en torno al centro inmutable, inamovible y siempre inmóvil que es el yo, ¡tú!
Entre estas dos realidades, la de «ser» (centrado) y la de «hacer» (acción fuera del centro, en el mundo), encontramos la mente, que está en tu conciencia, en «el yo». La mente es como una ventana y como una pantalla.
A través de la ventana de la mente atraes hacia ti el mundo exterior, por así decirlo, y proyectas hacia el gran y amplio mundo «de ahí fuera» las imágenes, ideas, conceptos, etc., que creas en ella, como en una pantalla.
Todos solemos cometer un error básico: «Confundimos» la realidad del mundo físico, que incorporamos a nuestra conciencia a través de la mente, por la realidad del yo. Aprendemos a creer que la única realidad está «afuera», en las acciones e interacciones de todos los dramas que ocurren a nuestro alrededor.
Por consiguiente, dejamos que el mundo «de ahí fuera» modele, defina y controle nuestro estado del ser «aquí dentro». De ahí el sentimiento frecuente de estar a merced de los acontecimientos cambiantes. Permitimos que la realidad física domine el yo.
La creencia más profunda que nos bloquea y nos hace creer erróneamente que «lo externo» es la realidad primordial es «Yo no soy otra cosa que una forma física». Cuando crees, ves y piensas en el yo como una forma física, todo lo que tiendes a percibir, «valorar» y querer son las cosas materiales/físicas que continuamente ves a tu alrededor.
A medida que vas reconociendo más lo que ocurre en tu mente, diferencias claramente entre las dos realidades. Empiezas a ver las «conexiones» entre lo interior y lo exterior, entre la conciencia y la forma, entre las decisiones que tomas con conciencia hoy y tu destino en el mundo mañana, entre tú y tu cuerpo.
Pero en el momento en que despiertas a la realidad principal del ser, te haces consciente del yo como la «conciencia» en sí misma, saboreas el estado calmado y tranquilo en tu interior y modificas tu percepción de la realidad, y empiezas a sanar las enfermedades del alma/espíritu/yo.
Extracto del libro:
El sistema inmunitario del alma.
Cómo liberar tu ser de todo tipo de enfermedades
Ed. GAVISUS
Mike George
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