Alguien puede enfurecerse contigo y tú, sentirlo como una amenaza, contestándole a tu vez con aspereza. A partir de esto, puede desarrollarse una discusión acalorada. En lugar de ver al otro como un alma pacífica que desempaña un papel, sólo ves el papel y piensas que es la auténtica naturaleza del otro.
Si, en cambio, te propones el pensamiento de ver a los demás como almas, responderás a su rabia de manera muy diferente, verás su rabia como algo temporal y no intrínseco a su auténtica naturaleza. En lugar de reaccionar con furia o ponerte a la defensiva, podrás desapegarte e incluso actuar con generosidad.
Con esta actitud positiva dejarás de sentirte atacado, al reconocer que su rabia es sólo el resultado de su propia confusión, pudiendo tener una reacción estable y llena de paz que te ayudará a diluir la situación.
Al comprender que eres un alma pacífica y comprender que lo mismo se aplica a los que te rodean, al darte cuenta de esto, serás capaz de relacionarte con ellos en términos de igualdad, es decir, con lo que puede denominarse visión fraternal.
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