Rodeado de compañía que ofrezca un amor incondicional, el «diabético espiritual» vuelve, poco a poco, a aprender cómo aceptar el amor de los demás; que es lo mismo que aprender a cómo ser amor él mismo. Eso le ayuda a avanzar en el momento en que es capaz de recuperar la capacidad de corresponder desde el corazón y no desde la cabeza; es decir, dar amor, ser amoroso y manifestarlo.
Los sustitutos del amor son nuestras dependencias. Sea lo que sea de lo que dependemos para tratar lo que sentimos y cómo lo sentimos es una medicina que utilizamos para mitigar nuestra incapacidad temporal de ser amorosos y estar llenos de amor.
Tómate un instante y escribe todas las cosas de las que dependes, tanto en el plano físico como en el mental, y empezarás a ver cuáles son tus «sustitutos». ¿Con qué crees que no podrías vivir actualmente?
A continuación, imagínate viviendo sin todas esas dependencias y cuando lo hagas estarás ensayando tu libertad, te estarás preparando para volver al estado natural del ser: amoroso. Te estarás preparando para el momento en que seas libre, abierto y transparente, y estés disponible y dando... ¡otra vez!, sin desear, querer, esperar, ansiar o atraer nada a cambio.
La cura de la enfermedad espiritual de la diabetes será prácticamente completa cuando comprendas del todo que el amor es en definitiva lo que tú eres cuando «tu energía» irradia al máximo nivel. Es para eso para lo que estás aquí. El amor es lo que es el «yo» que dice «yo soy», en su más elevado estado del ser.
Cuando comprendes esto, finaliza «la búsqueda» del amor y el corazón sana produciéndose la transformación; la energía del alma, el «yo», se ve completamente revitalizada y el agotamiento, la impotencia, la desesperanza y la apatía pasan a ser recuerdos que se esfuman.
Comentarios. 0