El principio de la vida es la individualidad eterna. Cada alma, incluida el Alma Suprema, es única, La unicidad le da a cada ser su valor especial, un valor innato e imperecedero. Esta es la diferencia que crea la belleza de la vida. La diferencia no anula los sentimientos de armonía y cercanía; de hecho, la diferencia acrecienta dichos sentimientos.
Alfa es solo Uno y siempre será Uno, de la misma manera que existe únicamente un yo y un tú. La obra de la vida en la Tierra es posible solo gracias a que cada actor es único; cada uno de nosotros tiene su propio papel que desempeñar, y también Dios.
Así como los dedos de una mano, que son todos diferentes entre sí, deben funcionar juntos para que puedan llamarse “mano”, así la verdadera armonía solo es posible cuando apreciamos las diferencias y nos unimos basados en el respeto.
Nunca es necesario enfatizar nuestras diferencias individuales para fomentar nuestra identidad. Por el contrario, respetar y apreciar las diferencias es el verdadero método para crear la identidad.
Esta identidad, esta unidad, se convierte en una realidad mediante el amor desinteresado. El amor puro nos permite sentirnos unidos con los demás. Como familia global necesitamos sentir tal empatía.
Extracto del libro:
El Punto Alfa.
Una mirada a Dios
Ed. Brahma Kumaris
Anthony Strano
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