El principio universal fundamental es el respeto, a partir del cual surge la aceptación, la tolerancia, la inclusión y, en última instancia, el amor. Hay muchos pasos que recorrer hasta el amor genuino. El amor es el poder del universo y es la naturaleza de Dios. También es el instinto básico espiritual del espíritu humano.
Cualquier acto violento e irrespetuoso ante el derecho de ser de otro está condenado al fracaso. Esta ignorancia se denomina Abismo. El Abismo existe cuando no hay paz ni respeto y se considera que la fuerza bruta lo puede todo. Cuando los derechos básicos y la voluntad básica son derrocados por el temor y la codicia, se quiebra la paz.
La codicia destruye todo el sentido de la seguridad porque lo que se gana nunca es suficiente; el culto del «más, más y más» resuena en las culturas que la viven. Y este «más» se arrebata sin importar lo que ocurra a los demás. El hecho de que los demás sean menos o tengan menos se ignora y se justifica con el eslogan de «la supervivencia de los mejor preparados».
El egoísmo brutal que diezma los bosques, contamina el cielo, vierte productos químicos a los ríos y mares y abusa de los seres humanos recibe su contragolpe a tiempo. Estas crisis nos despiertan al hecho de que toda vida es preciosa y que necesitamos volver al buen camino. Muchas personas ven y sienten esto, y hay una percepción creciente de que solamente las raíces de nuestra espiritualidad inherente pueden proporcionarnos la base de una vida auténtica.
Un retorno a la Semilla, al yo original y a los principios universales solamente puede reforzar nuestra existencia. Porque la verdad, el progreso o el logro significan que todos nos sentimos bien. Cada persona y forma de la naturaleza siente la armonía de su pertenencia mutua en este planeta. En silencio podemos cultivar las semillas del conocimiento y recuperar el Jardín del Edén.
Extracto del libro:
Sentirse en plenitud.
Reflexiones para mejorar tu vida
Ed. Brahma Kumaris
Dadi Janki
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