La libertad es un ingrediente esencial para experimentar felicidad. Cuando hay
amor y respeto verdaderos hacia los demás, de forma automática la persona
utiliza su libertad con un sentido de responsabilidad; sabe no infringir en los
derechos de otro ya que entiende que el otro también tiene sus derechos, tiene
un papel que interpretar, tiene un valor y por encima de todo, también tiene su
derecho a la libertad.
Una persona irresponsable nunca es libre; irresponsable significa el que usa de
forma incorrecta su propia libertad o restringe la libertad de los demás debido al
egoísmo o al ego. Tal persona nunca se va a experimentar libre ya que tiene que
experimentar las consecuencias y el efecto de tal actitud y tales acciones. Las
consecuencias pueden venir en la forma de soledad, vacío interior, falta de amor,
depresión, etc.
La libertad y la responsabilidad son las dos caras de la misma moneda y son
absolutamente inseparables. Es una regla fundamental de todas las relaciones e
interacciones humanas. En otras palabras, es la conocida ley del karma, que
enunciada de una forma sencilla significa que por cada acción que realizamos
existe una reacción igual y de sentido opuesto. Lo que damos a los demás, sea
positivo o negativo, es lo que nos va a retornar. Somos libres de elegir, pero
cada elección personal lleva consigo una responsabilidad personal y unas
consecuencias.
El mundo es un escenario en el que todos somos actores. Cada actor tiene un
papel único y es responsable de sus propias acciones. La responsabilidad
consiste en hacer las cosas de la manera correcta sin que importe si la tarea es
grande o pequeña. Cada uno de nosotros tiene un papel especial que representar
para hacer que el mundo sea un lugar mejor.
La libertad es un estado mental. La clave de la libertad es comprender nuestro
ser. Cuanto más comprendemos nuestro ser, más fácil es liberarnos de las
cadenas de las cosas inútiles y negativas. La libertad es no dejarse influir, ni
afectar por nada, es estar en paz con nuestro ser. La verdadera libertad es
experimentar la auténtica esencia del propio ser.
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