La palabra shakti deriva del sánscrito y tiene tres significados diferentes, aunque interconectados: poder, energía creadora de Dios y feminidad divina.
El proceso de volverse Shakti es a la vez simple y complejo, y es un proceso. Lo más sencillo es saber que se trata de mero cambio de identidad. Lo difícil es mantener ese cambio de modo constante durante un período extenso.
Es SIMPLE porque soy alma, espíritu, luz, energía. Soy el poder que genera mi vida. Soy lo sutil, la causa, el objetivo, la creación. Soy amor, paz, verdad, belleza, divinidad.
Soy aquello que busco.
Vivo dentro de este cuerpo material y perecedero, pero con la fuente de la conciencia infundiéndole energía al cerebro y al cuerpo desde el palco del tercer ojo.
Es COMPLEJO porque seguimos enmarañadas en las limitaciones; porque nos identificamos con lo físico y aceptamos resignadas un sistema de dominación, de juegos de poder y de luchas entre géneros, jerarquías, culturas, religiones, clanes, grupos... Sin embargo, una vez que reconocemos y comprendemos esto, cada una de nosotras puede optar en conciencia y reafirmar esa opción para obtener poder desde otra fuente.
El proceso de ser una Shakti pasa por tres etapas:
- El arte y la disciplina para recordar que yo soy aquello que busco. Yo soy un alma...
todo lo que es sutil... belleza, amor y poder.
- La activa y plena relación participativa con lo divino, con Dios, la fuente que abastece
del poder.
- Ser receptiva a una guía orientadora, confiando en que soy instrumento para una
transformación que me permitirá hacer algo por el mundo.
Tengo el poder de ser quien soy, la que transforma.
Extracto del libro:
LAS CUATRO CARAS DE LA MUJER
Caroline Ward
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