Un día se me ocurrió que tal vez Dios estaba tratando de llegar a mí, y que todo lo que yo debía hacer era permitirle hacerlo.
En esa ocasión, simplemente abrí mi corazón y, con una sensación de entrega, de inmediato me sentí lleno de amor.
Este sentido de “permitirle a Dios” es sutilmente diferente, porque se basa en las “condiciones de Dios” y no en las mías.
Empecé a ver que mi propio ego me había estado separando del amor y que esto era un obstáculo que debía vencer.
Extracto del libro:
MISIÓN DE AMOR
Viaje espiritual de un médico
Ed. Kier
Roger Cole
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