La experiencia del silencio nos ayuda a reconectar con nuestra esencia más profunda, la que no se ve afectada por las características imperfectas que hemos adquirido viviendo en un mundo imperfecto.
Redescubrimos que nuestro ser está lleno de cualidades divinas, y percibimos todo su potencial de plenitud y bienestar. En ese estado experimentamos una ausencia total de conflictos y de negatividad estabilizándonos en un punto de profunda quietud. Es importante que nos tomemos un tiempo para llegar a ese espacio interno de silencio. Esa experiencia nos proporcionará un beneficio incalculable.
Ante todo, nos permitirá controlar mejor los pensamientos. Descubriremos, por ejemplo, que no hay necesidad de pensar tanto como a menudo hacemos, que desde el silencio vamos a obtener respuestas más claras y precisas para todo lo que necesitamos.
En segundo lugar, la experiencia del silencio nos libera de las amarras de nuestra programación y condicionamiento negativos. Experimentaremos más fácilmente la verdad de nuestra paz y dignidad internas, lo cual nos ayudará a su vez a mantener la mente enfocada.
En tercer lugar, el poder del silencio puede compartirse. A medida que aumentamos la experiencia del silencio, nuestra fortaleza puede ayudar a quienes no la tienen para que continúen en sus esfuerzos por desarrollar el ser y experimentar la paz. Nuestras reservas de silencio, sumadas a los pensamientos verdaderos y poderosos, ayudarán a los demás a liberarse de lo limitado para alcanzar lo ilimitado y lo divino.
Es muy beneficioso dejar atrás los pensamientos de temas mundanos y prácticos y las palabras y permanecer por un tiempo en silencio. Es enormemente refrescante y nutritivo, y crea hábito. El amor por la introversión espiritual, la soledad y el silencio complementa nuestra vida de una manera hermosa.
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