Casi todo lo que hacemos y perseguimos está motivado por la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, al parecer nadie ha podido explicarnos todavía qué es exactamente la felicidad o cómo podemos experimentarla. Como resultado de ello, ha sido confundida con muchos otros sentimientos, se ha visto empañada por muchas promesas falsas y se ha perdido entre muchas otras ilusiones.
La felicidad es un estado del ser, pero es difícil describirla con precisión porque es un estado que «sientes», y el significado de las palabras que utilizamos para cada sentimiento es distinto dependiendo de la persona.
La auténtica felicidad implica una satisfacción que sale de forma natural, cuando no hay nada ni nadie que pueda molestarte, únicamente posible cuando ya no «deseas» nada ni a nadie, simplemente porque has entendido que ya no «necesitas» que nada ni nadie «te hagan» ... ¡feliz!; cuando puedes aceptar a todo el mundo y a todas las cosas tal como son, siempre, en todo lugar y en todo momento. No es que estés de acuerdo con todo, simplemente hay una serena aceptación de que todo sucede como debe suceder.
La auténtica felicidad implica una alegría que surge naturalmente de lo más profundo del interior cuando estás en el proceso de incorporar tu verdadera naturaleza, tu verdadero estado pacífico y amoroso al mundo, por medio de tus intenciones, pensamientos, actitudes, comportamientos; las principales formas en que todos creamos, simplemente estando vivos.
La auténtica felicidad implica una dicha que emerge, con naturalidad, cuando me siento libre por dentro, cuando me deleito en el vuelo del ser mientras transito por la vida.
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