La introspección implica silencio. No tanto el silencio externo, sino bajar la velocidad en la que uno crea pensamientos y hacer cada vez más espacio entre cada uno, sintiendo cada vez más paz, de manera que uno empieza a desarrollar un gusto por estar solo consigo mismo.
La introspección es una burbuja de energía que vuelve a llenar al alma mediante la propia observación. Renacen la estabilidad y el orden interior que facilitan la decisión sobre cómo actuar ante cualquier dificultad o caos.
Cuando se logra controlar toda la basura interna y mantener solo lo que vale la pena, el cansancio interno, emocional y mental, desaparece y no solo tenemos más energía sino que podemos acumularla.
No hay que tener miedo de estar con uno mismo, hay que aprender a amar el estar en introspección.
Extracto del libro:
Meditar para ser feliz.
El arte de manejar las emociones
Ed. Brahma Kumaris
Valerianne Bernard y Marianne Lizana
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