Estamos en una época de grandes cambios. El mundo cada vez se hace más frágil y nuestra vida cotidiana se astilla sin previo aviso, cada uno de nosotros y nuestra sociedad en general, debe fortalecerse y hacerse más poderoso.
Pero ¿qué significa ser poderoso? Desde el punto de vista espiritual, el poder o la fuerza no tiene nada que ver con la fuerza física o la agresión. El poder espiritual proviene del interior, de la reserva de recursos positivos, como la paz, el amor y la felicidad, que reside en todos nosotros, aunque todavía no seamos conscientes de ello.
El poder tiene infinitos aspectos, y todos ellos están entretejidos igual que los hilos de un tapiz. No podemos separarlos, porque todo el tapiz depende de que el hilo correspondiente sea colocado del modo correcto y en el lugar preciso.
Así que, los poderes espirituales-introspección, discernimiento, decidir, valentía, soltar, tolerancia, adaptación y cooperación, y muchos otros que se entrelazan para aportar bienestar- deben interrelacionarse para lograr ser efectivos.
Cuando empecemos a familiarizarnos con estas cualidades positivas y a hacer uso de ellas para que inspiren nuestra vida, habitaremos en un estado de conciencia en el que la mente y el corazón estarán libres de la negatividad.
Entonces, viviremos en paz y este estado nos conferirá la estabilidad, tan necesaria para mantener el orden y el equilibrio en la vida, neutralidad y capacidad de ver las cosas con perspectiva e integración, yendo más allá de las preferencias personales cuando nos relacionemos con los demás.
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