Para aprender a estar en paz contigo mismo en cualquier situación has de practicarlo antes a solas, para poder concentrarte totalmente en ser consciente de ti. Cuando reposas de verdad en tu auténtica naturaleza, en la paz, «sientes» también una enorme y profundísima conexión con los demás, no sólo con los miembros de tu familia y los amigos, sino con «todo el mundo».
Al volver a descubrir este auténtico estado interior, sientes que todos los seres son uno, al tiempo que comprendes la relación energética que mantienes con ellos y la singular contribución que aportas a la paz y armonía de esta unidad. Y esta contribución la sientes a la vez como un privilegio y una responsabilidad.
Lo más interesante del caso es que, si estás intentando encontrar la paz interior sólo para sentirte mejor, no llegarás a percibir que formas parte de este conjunto espiritual constituido por todos los seres. Cuando sólo buscas la paz para aliviar el sufrimiento que te produce tu desasosiego, hagas lo que hagas, acaba convirtiéndose en un obstáculo.
Todo cuanto tienes ahora en tu vida, los bienes, tu trabajo y otras cosas parecidas, no son para ti, sino para que las uses en ayudar a los demás. Son unos regalos que tú recibes para dárselos a ellos. Y con lo que tienes en tu interior también ocurre lo mismo.
Sin duda, la paz que hay dentro de ti es tuya y de nadie más, pero a no ser que canalices su poder y la ofrezcas a los demás, desaparecerá. Es para que la uses, y como ocurre con todo lo que tiene una naturaleza espiritual, cuando la utilizas para ayudar a los otros seres, cuando la ofreces, se vuelve más profunda y de mayor calidad.
Comentarios. 1