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El Punto Alfa
Una mirada a Dios

Anthony Strano

ISBN: 978-84-939605-7-5
N. págs. 68
Formato: 179 x 125 mm

El Punto Alfa es un libro sobre las relaciones con Dios. “Padre” es algo que decimos con facilidad pero aquí encontramos a Dios como nuestro compañero... nuestro profesor... nuestro bienamado...

Escrito por un yogui que ha dedicado su vida a comprender y a desarrollar relaciones con Dios. Este libro nos ofrece la ventana a su experiencia. El autor nos muestra un abanico de posibilidades que existen cuando hay amor absoluto por Dios y como establecer y experimentar esa relación divina. Sólo Dios brinda un amor eterno y absoluto.

 

Es probable que la amistad sea la más valiosa de todas las relaciones puesto que, un amigo lo es por nuestra propia voluntad. Los padres y los parientes no se escogen: se nos dan. También eso tiene su propio valor inherente. Un amigo, sin embargo, es alguien que habla a nuestro corazón, alguien con quien sentimos una afinidad magnética. Cuando hay una respuesta mutua entre dos personas que se están volviendo amigas la relación puede durar por toda una vida, ¡o incluso más allá de una vida!

La amistad es que dos iguales se junten; incluso si poseen diferentes habilidades o posiciones, o desempeñan diferentes papeles, existe una visión de igualdad que no permite ningún sentimiento ya sea de superioridad o inferioridad. Esta igualdad de visión permite una mutua y completa aceptación. Esto crea la cercanía, una cercanía tan respetuosa que ninguno se entromete en la personalidad del otro ni abriga disgusto por alguna debilidad de la que se haya percatado. Ya que la visión es ilimitada, siempre es la verdadera bondad del otro la que delimita su realidad. Las debilidades se consideran algo ajeno que, a su debido momento, se alejarán.

Los verdaderos amigos nunca se pueden divorciar; se trata de un amor que no sólo se adapta a cualquier defecto, sino que de manera diligente los transforma con una palabra de aliento, con paciencia y una sonrisa, con un acto de bondad. Con un amigo uno no tiene que probar nada ya que él nos ama y acepta por lo que somos, y lo que somos es suficiente. No hay necesidad de ningún logro especial; todo lo que el amigo pide es que seamos auténticos.

Un amigo lo es para siempre, cuando necesitamos apoyo o compartir un momento de alegría. Un amigo está siempre presente, en buenos o malos momentos, siempre dispuesto a compartir, a servir, a escuchar o simplemente a estar ahí.

Los amigos siempre sienten una mutua y profunda cercanía, incluso si físicamente están separados. Este compañerismo conquista la distancia y el tiempo; de hecho, conquista cualquier tipo de separación. Su mutua empatía es la base de su comunicación; esta comunicación es algo más que el simple hecho de hablar: es la habilidad de escuchar los sentimientos de la otra persona, de sintonizarnos con el otro ser. Una comunicación verdadera como ésta, permite que se dé la interacción más pura ya que es como un espejo de claridad en el que nada puede permanecer oscuro, nada puede estar torcido ni mal interpretado. Ser amigo quiere decir estar disponible; un amigo está disponible siempre y no dice nunca: `No tengo tiempo', espera', `más tarde', o `no me molestes ahora'. Cuando es necesario, el amigo se apresura para estar ahí.

Cada palabra confidencial confiada a un amigo es sagrada y está sellada para los ojos u oídos de otros. Absolutamente nada inducirá al amigo a traicionar la confianza del otro. La confianza es una alianza entre dos corazones que han aprendido a través de la experiencia que dicha alianza nunca puede romperse o traicionarse. La confianza disipa todo temor de ser maltratado o abandonado.

Dios es el amigo más digno de confianza. Desafortunadamente se ha perdido la experiencia de la amistad de Dios. Muy a menudo se nos presenta la imagen de Dios sólo como el Padre y el Juez. Esta imagen no está equilibrada ni es en absoluto verdadera, ya que Dios es también la Madre, el Bienamado, el Profesor y el Guía; pero en especial Él es nuestro Amigo personal y su amistad impregna todas nuestras otras relaciones con Él.
Con Dios como amigo podemos ser sinceros y saber que en dicha franqueza hay lealtad y comprensión de todo lo que está en nuestros corazones. Aun cuando tenemos muchas otras relaciones con Él, Él es siempre nuestro Amigo. Esto trae levedad y facilita todas nuestras relaciones con Dios.

Se dice que un amigo de Dios es un amigo de todos. La amistad con Dios nos enseña e inspira a ser verdaderos amigos con otros. La verdadera amistad implica respeto y cooperación. Esto crea una unidad esencial para la coexistencia pacífica. Una verdadera amistad, en especial la de Dios, es una bendición para la eternidad.