Conectar con lo divino (II)

Aquello que recordamos es en lo que nos convertimos, y por esto es importante recordar las cosas correctas. Lo primero de la lista son los pensamientos del yo original y de la Fuente Suprema.
 
 Cada mañana antes de empezar la jornada diaria, sentarse en silencio, reflexionar, concentrarse y experimentar la conciencia de “Om Shanti” ("soy un alma de paz"), recarga al ser para todo el día. Cuando recuerdo mi estado original de paz y armonía interior, mi mente e intelecto crean un oasis de estabilidad interna, el cual me ayuda a afrontar las diferentes tormentas de negatividad que se presentan durante el día.
 
 La Fuente Suprema tiene el poder de recordarnos lo que éramos porque su estado original de ser es permanente; Él nunca se olvida de sí mismo, nunca se contamina y permanece eternamente verdadero consigo mismo en el estado de conciencia espiritual o alma. En consecuencia, Él es el mapa de lo que nosotros éramos, de lo que vamos a ser. Muy sencillamente expuesto, las cualidades de paz, amor, pureza, felicidad y verdad están en Él, visibles y disponibles para todo aquel que desea sintonizar con ellas y recibirlas.
 
 Imaginemos dos puntos de luz: uno aquí en la tierra, en el tiempo y en la materia, y el otro más allá de la tierra, en un mundo de silencio y paz. Cuando esos dos puntos conectan a través del poder del pensamiento y el sentimiento tiene lugar una unión, la cual permite un flujo de energía y la experiencia de nuestro ser verdadero. “Yo, el alma, el punto, estoy aquí y el Alma Suprema, también un punto de luz, está ahí arriba”. Sin embargo, el amor y el recuerdo traen tal proximidad que no hay sensación de distancia ni separación.
 
 Para conseguir recordar esta concesión de poder, tengo que conectarme cada día con la Fuente Suprema en silencio, de una forma más allá del ritual o el sonido. Es una conexión personal, que no requiere público ni reglas, sólo un corazón sincero. Cuando una persona es bienintencionada, su conexión del amor encaja en la toma de corriente y el yo recibe aquello que necesita, aquello que le es útil para él para crear y sostener una vida de calidad.
 
 Para acordarte de crear una vida de calidad, pregunta al yo: “¿Cuál es mi mayor ideal?”.
 Conócelo, entiéndelo, síguelo, sé ese ideal, pase lo que pase. Recuerda: consigo lo que creo.

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