Integridad II

Emergemos la actitud y consciencia de integridad cuando repetidamente reconocemos la verdad de que somos un alma pura, pacífica y llena de cualidades. Nos valoramos desde la percepción que desarrollamos de ser seres espirituales, nos valoramos desde la experiencia de nuestras cualidades internas y dejamos de buscar fuentes externas de validación. Cuanto más nos enfocamos en nuestra relación con el Ser Supremo divino, más atraemos poder puro espiritual hacia nuestra alma. Esto nos capacita a manejar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones e interpretar nuestras percepciones sensoriales con sabiduría.

Necesitamos poder y fortaleza para tener integridad. El poder transformador positivo ha de provenir de una fuente externa a nosotros. No podemos ir hacia nuestro interior y encontrar suficiente poder para la transformación porque nuestro espíritu se ha vaciado. No podemos extraer poder de otro ser humano porque también están vacíos y lo único que conseguimos con esa actitud son relaciones desequilibradas. La fuente de bondad y de poder para mantener la integridad es el Ser Supremo, porque está más allá de este universo material y no está sujeto a ninguna corrupción, deterioro o decadencia. El Ser Supremo es inmutable, siempre lleno y su poder no se reduce nunca.

Meditación significa buscar y disfrutar la compañía del Ser Supremo a través de la mente, atraer poder espiritual hacia nosotros. La influencia divina que recibimos nos da fortaleza para emerger nuestra integridad. El recuerdo de Dios produce claridad en la conciencia y nos capacita para convertirnos en amos y soberanos de nuestro mundo interno, devolviéndonos nuestro auto-respeto original.

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