Humildad y aprendizaje

Humildad significa estar dispuesto a aprender. Humildad significa estar
dispuesto a cambiar. La humildad sólo es posible cuando tenemos dignidad, y ésta sólo nace del conocimiento de nosotros mismos. Al conocernos sabemos que somos parte del todo, como un rayo en una rueda.

No somos todo, pero tampoco somos nada. Es la humildad la que nos da
este entendimiento y nos mantiene en equilibrio. Si no estamos apegados ni
a nuestras buenas cualidades ni a nuestras debilidades, podemos hacer
frente a ambas.

Si las cultivamos con amor, nuestras cualidades positivas aumentarán y
servirán a otros; y nuestras debilidades disminuirán mediante la atención y
la sinceridad.
 
La humildad es nuestra mayor protección, pues evita que caigamos en el
abismo de la arrogancia y la auto-complacencia. La humildad nos mantiene
alertas a todas las posibilidades: tanto a la de ser engañados y causar un
desastre, como a la de producir los milagros más sorprendentes.

La humildad es el fruto del respeto por nosotros mismos; así pues, una
persona humilde nunca temerá ser vulnerable ni la asustarán las pérdidas.
La humildad da nacimiento a la certeza sin recurrir al dogma. Lo que
necesitamos se encuentra siempre en nuestro interior, y nada ni nadie podrá
despojarnos nunca de estos recursos internos. La humildad brota de la
seguridad interna y nos prepara para comunicarnos, para cooperar y para
experimentar con pensamientos e ideas nuevos.

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