Una mente silenciosa

Para calmar la mente necesitamos comprender el contraste entre introversión y extroversión, y no permitir que el intelecto divague hacia el exterior.

No es posible experimentar calma interna cuando la mente está involucrada en cuestiones como “¿Qué está haciendo este? ¿Y qué hace ese?” No nos conviene involucrar la mente en este tipo de pensamientos. Para serenar la mente tenemos que comprender que cada uno tiene un papel que interpretar en esta obra de la vida. Este entendimiento nos capacita para tener menos pensamientos. Para reducir la cantidad de pensamientos necesitamos estar un tiempo en soledad e ir las profundidades de Uno.

La estabilidad del intelecto viene de la pureza, la verdad y la paciencia. Cuando estamos conectados con nuestra verdad podemos tener paciencia. Sin paciencia los pensamientos se aceleran y expanden rápidamente. Para hacer nuestro intelecto estable necesitamos permanecer en soledad e ir más allá de todas las atracciones. Para tener de verdad una mente calmada necesitamos práctica. Se requiere un profundo deseo e interés y entonces prestaremos atención a practicar. Aléjate de todas las distracciones, dirígete hacia lo profundo de tu interior y desarrolla este interés. Cuando te hagas introspectivo y permanezcas en soledad podrás acceder a tu riqueza interna que te permitirá generar un gran sentimiento de bienestar.

¿Cómo descubrimos nuestra riqueza interna? Cuando no desperdiciamos nuestro tiempo ni energía. Muchas personas están muy ocupadas, pero son perezosas mentalmente. Por tanto necesitamos valorar la disciplina en nuestras vidas aprendiendo a vivir con sencillez. Una vida disciplinada te convierte en un ejemplo que inspira a los demás.

La meta de la meditación es entrenar nuestras mentes a hacerse pacíficas y permitir que nuestros sentidos se hagan silenciosos. Entonces podremos usar nuestro intelecto para absorber el poder de la fuente divina.

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